CAPÍTULO 6: LAS PIEZAS DE LA VERDAD / CHAPTER 6: THE PIECES OF TRUTH
CAPÍTULO 6 – LAS PIEZAS DE LA VERDAD
Aquel libro polvoriento parecía haber sobrevivido a todos los estragos del tiempo. Sobre un estrado de piedra, lo hallé abierto en la que parecía la última página escrita por la mano del hombre, e invadido por la curiosidad propia de los de mi clase y el morbo que suscita lo desconocido, temerariamente me sumergí por completo en su lectura...
“Decimotercera luna, año 427 de los días de Érebo, segunda era de los hombres.
Toda persona nacida en esta era, en algún momento de su existencia, ha sentido la imperiosa necesidad de hallar respuestas; no existe un único camino, y cada cual, ha buscado la verdad a su manera.
Hubo hombres que lo dejaron todo en pos de acercarse a la madre tierra, creyendo que ella podría situarlos más cerca del entendimiento de todas las cosas. Tomaron ejemplo de los animales, los seres más puros de la creación, cuyos corazones no albergan odio y son fuertes en la oscuridad, esperando así aprender algo que les ayudase a comprender el porqué de tanta sombra y tanta muerte.
Consiguieron ser uno con la naturaleza: fueron respetuosos y atentos, y ella, agradecida, les ofreció lo que precisaban: compartió con ellos su fruto, su carne, su agua y su madera.
Fue así como los “Hijos de Gea” habitaron nuestros bosques durante siglos...
...pero no fueron justos con nosotros...
Durante décadas, nos tacharon de codiciosos, y menospreciaron el camino que elegimos; ¿es que acaso no es igualmente válido? ¡el hombre de a pie desconoce demasiadas cosas! ¡el pueblo no es consciente de lo potencialmente peligroso que es! es por eso que no es de extrañar que nuestros ancestros, fundadores de nuestra congregación, se dedicaran en cuerpo y alma al estudio de las ciencias políticas y de las leyes.
El hombre necesita ser protegido de sí mismo... de la máquina y el progreso.
Ya no vive nadie que pueda recordar las grandes catástrofes a las que hemos sobrevivido como raza, y no ha de nacer la persona ajena a esta sagrada orden que deba descubrir los secretos que aquí se ocultan.
La llama debe permanecer encendida a toda costa. Nosotros somos el pastor que mantiene al rebaño manso y unido. Esta vez, la situación es insostenible: precisamos de la madera, y si no quieren compartirla, tendrán que atenerse a las consecuencias. Si algo nos ha enseñado la historia, es que a veces los sacrificios son necesarios”.
Las palabras de aquel libro me golpearon tan fuerte, que tardé unos interminables minutos en regresar a la realidad, que aquella noche, se había roto en mil pedazos. Cuando todavía me encontraba aturdido por el duro golpe, hubo algo que hizo levantarme de la silla sobresaltado. Se trataba de la fecha. Aquella noche, se alzaba en el cielo la decimotercera luna del año 447 de Érebo.
Empujado por una premonición, salí de la habitación convencido de que aquella noche, mi
destino, y el del resto de todos los hombres, esperaba sentado al calor del fuego.
Aquel libro polvoriento parecía haber sobrevivido a todos los estragos del tiempo. Sobre un estrado de piedra, lo hallé abierto en la que parecía la última página escrita por la mano del hombre, e invadido por la curiosidad propia de los de mi clase y el morbo que suscita lo desconocido, temerariamente me sumergí por completo en su lectura...
“Decimotercera luna, año 427 de los días de Érebo, segunda era de los hombres.
Toda persona nacida en esta era, en algún momento de su existencia, ha sentido la imperiosa necesidad de hallar respuestas; no existe un único camino, y cada cual, ha buscado la verdad a su manera.
Hubo hombres que lo dejaron todo en pos de acercarse a la madre tierra, creyendo que ella podría situarlos más cerca del entendimiento de todas las cosas. Tomaron ejemplo de los animales, los seres más puros de la creación, cuyos corazones no albergan odio y son fuertes en la oscuridad, esperando así aprender algo que les ayudase a comprender el porqué de tanta sombra y tanta muerte.
Consiguieron ser uno con la naturaleza: fueron respetuosos y atentos, y ella, agradecida, les ofreció lo que precisaban: compartió con ellos su fruto, su carne, su agua y su madera.
Fue así como los “Hijos de Gea” habitaron nuestros bosques durante siglos...
...pero no fueron justos con nosotros...
Durante décadas, nos tacharon de codiciosos, y menospreciaron el camino que elegimos; ¿es que acaso no es igualmente válido? ¡el hombre de a pie desconoce demasiadas cosas! ¡el pueblo no es consciente de lo potencialmente peligroso que es! es por eso que no es de extrañar que nuestros ancestros, fundadores de nuestra congregación, se dedicaran en cuerpo y alma al estudio de las ciencias políticas y de las leyes.
El hombre necesita ser protegido de sí mismo... de la máquina y el progreso.
Ya no vive nadie que pueda recordar las grandes catástrofes a las que hemos sobrevivido como raza, y no ha de nacer la persona ajena a esta sagrada orden que deba descubrir los secretos que aquí se ocultan.
La llama debe permanecer encendida a toda costa. Nosotros somos el pastor que mantiene al rebaño manso y unido. Esta vez, la situación es insostenible: precisamos de la madera, y si no quieren compartirla, tendrán que atenerse a las consecuencias. Si algo nos ha enseñado la historia, es que a veces los sacrificios son necesarios”.
Las palabras de aquel libro me golpearon tan fuerte, que tardé unos interminables minutos en regresar a la realidad, que aquella noche, se había roto en mil pedazos. Cuando todavía me encontraba aturdido por el duro golpe, hubo algo que hizo levantarme de la silla sobresaltado. Se trataba de la fecha. Aquella noche, se alzaba en el cielo la decimotercera luna del año 447 de Érebo.
Empujado por una premonición, salí de la habitación convencido de que aquella noche, mi
destino, y el del resto de todos los hombres, esperaba sentado al calor del fuego.
CHAPTER 6 – THE PIECES OF TRUTH
That dusty book seemed to have survived the ravages of
time. Up on a platform made of stone, I found it open by what appeared to be
the last page written by man´s hand, and as the curiosity owned by the ones of
my kind and the fascination for the unknown was driving me, I recklessly dove
into the reading...
“Thirteenth
Moon, year 427 of Erebo days, second age of Man.
Every
person born in this era, at some point of their existence, has felt the
imperative need of finding answers; there isn´t just one path, and each
individual has sought for the truth in its own way.
There
were men who left everything behind willing to get closer to Mother Earth,
believing that she could make them be closer to the understanding of all things
as well.
They
took animals as the example to follow, the purest beings of creation, whose
hearts are free of hatred and find strength in darkness; expecting to learn
something that could therefore help them understand why was there so much
darkness and death.
They
managed to be one with nature: they were respectful and caring, and Mother
Earth, thankful, offered them what they needed: She shared with them her fruit,
her meat, her water, and her wood.
That
is how the “Children of Gea” inhabited our forests for centuries...
...but
they weren´t fair with us...
Over
decades, they labelled us as greedy people and they scorned the path that we
chose. ¿Isn´t it as valid as theirs? The ordinary people are unaware of too
many things! They don´t know how potentially dangerous they are!! That is why
it isn´t strange that our ancestors, founders of our congregation, dedicated
their body and soul to the study of Politic Sciences and Law.
Man needs protection from itself... from the machine and the progress.
Man needs protection from itself... from the machine and the progress.
There´s
no one left alive to remember the great catastrophes that we have survived as a
race, and no outsider of this Sacred Order shall be born to discover the
secrets that are hidden here.
They
day has come. The Flame must remain lit at all costs. We are the shepherd to
keep the flock calm and altogether.
This
time, the situation is unsustainable: We require wood, and if they don´t want
to share it, they will have to face the consequences. If we have learned
something from History, it is that sometimes sacrifices are necessary”.
The words on that book stroke me so hard, that it took
me some never-ending minutes to get back to my reality, which that night had
been shattered to pieces. While I was still in shock by the facts, something
suddenly startled me from the chair. It was the date. That night, hanging on
the sky was the thirteenth moon of the year 447 of Erebo.
Moved by a premonition, I got out of that room
convinced that my destiny, and the destiny of all man, was waiting next to the
heat of the fire that night.
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